Cuando volvemos sobre la memoria de la dictadura, a veces toca explicar —de nuevo— que el tema nos implica a todos quienes convivimos hoy en los confines del territorio uruguayo. El impacto, más que desaparecer con el tiempo, se desorganiza. Jelin nos habla de huellas, vestigios materiales, fragmentados, pero también inmateriales, incrustados en lo profundo de las psiquis. Y el ejercicio de la memoria sería una forma de organizar ese caos.
El breve ensayo que sigue propone, entre otras cosas, una lectura de los rastros de la última dictadura uruguaya en clave ambiental, o, para usar el término en boga, en clave ecocrítica. Este tipo de enfoques del pasado reciente es poco frecuente en nuestro país, a diferencia de Argentina y Chile que han avanzado un poco más en este sendero. Lo inexplorado del asunto hace que el texto deba quedarse en el terreno de lo especulativo, y que yo proponga en él preguntas sin afán de respuesta inmediata, más bien con la intención de señalar (“señal” es un posible sinónimo de “huella”) un camino en el bosque:
¿Hubo en el Uruguay autoritario una política ambiental organizada que afectó de manera irreversible el terreno, la vida de sus habitantes y el ecosistema? ¿Hasta dónde es posible y válido perseguir esas huellas? ¿Qué nos dice la literatura sobre esto? ¿Qué podemos decir a partir de la literatura?
Parto de algunos presupuestos iniciales, ajenos, que no me detendré a discutir ni citar: primero, la noción algo extendida de un Uruguay autoritario que excedió en ambos márgenes temporales al período entre el golpe de Estado y el 1 de marzo de 1985; segundo, que en el marco del Plan Cóndor, la dictadura buscó —con relativo éxito— instalar políticas favorables para la subordinación en materia productiva del país en las nuevas configuraciones globales, y que ese proceso no terminó en 1985 ni en 1989; por último, que si bien la dictadura no puede llamarse “totalitaria”, sí hubo en ella una pretensión de control total del territorio y de sus habitantes, con relativo fracaso.
“Si esto no es una dictadura, ¿qué es?”
En paralelo a la sequía metropolitana del 2023, me vi en la tarea de reseñar para otro medio una obra de Alejandra Gregorio, titulada Acostarse a la orilla de una tajadura. En aquel momento, avalé la obra por tratarse de una conjugación magistral de la ansiedad ambiental y el trauma del pasado reciente en el Uruguay. Desde entonces, en mi entendimiento del pasado, el problema del ambiente quedó íntimamente ligado a la dictadura, no como certeza, sino como duda, una expansiva obsesión personal y académica.
Que el texto habla del impacto del hombre sobre la naturaleza no es discutible. La interpretación doble, que incluye el referente “dictadura” o “pasado reciente”, no parece haber sido la general. No fue levantada ni en el acta del jurado que le dio el Onetti en 2021, ni en ámbitos periodísticos, donde la lectura política de la literatura es una práctica casi prohibida. Quizás un poco en ámbitos académicos. Esto, además de suscitar la duda (¿estaré errado?), me sugiere una pregunta: del mismo modo que, en su momento, escapó a mí la evidente lectura en clave de género, ¿no será posible que haya indicios que, ordenados de otra manera, con otras preguntas en mente, iluminen un lado que permanecía oscuro en el texto? La crítica parece haber acordado ir por otro lado, lo que podría significar que Acostarse no sería una obra sobre la dictadura solamente porque la dictadura no aparece como siempre, como estamos acostumbrados a que aparezca.
Sin embargo, hay signos, huellas de algo real rastreable hasta un punto concreto del mundo afectado por las decisiones políticas de la dictadura. A la luz de mi propia fijación, sostengo que la lectura “dictatorial” también es válida, porque cada vez que vuelvo sobre la obra los semas siguen allí, incluso más evidentes que antes:
Un matrimonio próspero entre un hombre y una mujer (aptamente llamada Margarita) que pierden a uno de sus hijos en un evento casi sobrenatural, causado por una obra de infraestructura hídrica para la productividad del terreno. La construcción divide el tiempo a través de paratextos. La tajadura, rima consonante de “dictadura”1, es descrita también como una herida que se abre en el suelo y provoca la desaparición de uno de los gemelos. Una grieta, un antes y después, una puerta al abismo.
Hace muchos años, mis padres, jóvenes y recién casados, se fueron de luna de miel en ómnibus a La Coronilla. (…)
Nunca más volvieron. Nunca me llevaron. Y después nunca fui.
Hace un tiempo cercano tomé conocimiento de lo que le sucedió a ese lugar a raíz de la construcción o, mejor dicho, ampliación del canal Andreoni.
Esta obra podría haberse basado de forma fidedigna en ese hecho.
Pero no.
(...)
Decidí dejar esos huecos y otros más sin completar, para que quien lea la obra los llene de la forma que más le interese, como siempre. (Gregorio, 2022, p. 13)
En este paratexto inicial, Gregorio explicita su deseo de mantener vacío el referente, a fin de abrir el sentido a toda su potencialidad, lo que hace que la historia funcione más como advertencia que como memoria de un hecho puntual. Sin embargo, no deja de mencionar la inspiración concreta: la ampliación del canal provocó el fin de una época de prosperidad para el balneario y trajo inundaciones y apariciones de cadáveres de animales en las playas. El correlato en el texto es lo que sostiene la interpretación. En él se narran los siguientes acontecimientos:
a) Un balneario costero, turístico, próspero hasta la construcción de…
b) Algo como un canal, que los personajes llaman “tajadura”
c) La aparición de cuerpos de animales muertos en la playa
d) El fin de la prosperidad económica, concretada en el devenir del hotel de los protagonistas2
e) Vidas afectadas por el evento de manera irreversible
Esta secuencia deja de lado dos factores, a propósito. Primero, la muerte del gemelo, desenlace en un sentido temporal pero que se va mostrando en fragmentos durante todo el libro. Segundo, los elementos sobrenaturales o excepcionales que permiten una lectura de Acostarse en otras claves: gótica, de fantasía, apocalíptica/postapocalíptica3, de realismo mágico, etc. No obstante, el gótico, entendido como modo de expresión, entre alegórica y metafórica, de ansiedades y traumas personales o colectivos habilita, a mi entender, la interpretación doble del texto de Gregorio como una conjugación del trauma del pasado reciente4 y el componente ansiógeno del cambio climático en el Antropoceno.
El punto de confluencia entre ambos campos semánticos es el accionar de la dictadura, sobre los ciudadanos, sobre el ambiente, sobre el terreno, el hecho histórico concreto de la ampliación del canal y sus consecuencias. La realidad informa al texto —sin que eso signifique cerrar su significado— y el texto también informa a la realidad.
Bosquejo de una secuencia de la política ambiental en el Uruguay autoritario (1968-1989), y una posible interpretación
1968- Ley 13.723: “Se declara de interés nacional, la defensa, el mejoramiento, la ampliación y la creación de los recursos forestales, así como también el desarrollo de las industrias afines.” Esta ley será luego reafirmada en 1987 con una nueva ley que presenta un texto con pasajes casi idénticos.
1978- Decreto Ley 14.859: Código de Aguas: consolidación de la soberanía estatal sobre los recursos hídricos. Protección de la calidad del agua, criterios para prevenir su contaminación. Sus bases técnicas y jurídicas permanecen vigentes hasta hoy.
1974-1983- Central Hidroeléctrica Binacional Salto Grande: proyectada por el convenio firmado el 30 diciembre de 1946 que daba la Comisión Técnica Mixta la tarea de encargarse de “todos los asuntos referentes a la utilización, represamiento y derivación de las aguas del río Uruguay.” (Antecedentes y documentación, p. 14) Su construcción significó el traslado de los poblados de Belén y Villa Constitución, debido a la inundación. Sus consecuencias ambientales deben ser estudiadas en profundidad.
1977-1981- Central Hidroeléctrica Constitución (represa de Palmar): decretada de interés nacional por el decreto 335/973.
1980-1985- Ampliación del Canal Andreoni: canal construido entre 1891 y 1910, cuya ampliación fue proyectada y ejecutada en la última parte de la dictadura. A través del aumento del caudal vertido en el Océano, se pretendía volver aun más productiva una zona de arrozales. Desde el gobierno de Lacalle y hasta el día de hoy se continúa buscando revertir el efecto ambiental: inundaciones, mal olor, aparición de animales muertos en las costas. El efecto económico que tuvo la ampliación sobre el balneario La Coronilla fue devastador.
1987- Ley Forestal (15.939): Ley que confirma lo establecido en la 13.723. Sus consecuencias fueron inmediatas: estimuló el crecimiento del área forestada, inicialmente con especies exóticas como el eucalipto, favoreciendo a grandes emprendimientos, a la exportación de materia prima sin costo agregado, y promoviendo un cambio estructural del paisaje rural. El decreto 452/988 la reglamentó.
En el Uruguay autoritario (1968-1989) se cimentaron las bases sobre las que se construye la política ambiental contemporánea. Esas políticas tuvieron un correlato concreto de obras de infraestructura colosales llevadas a cabo en el autoritarismo, en consonancia con la pretensión del control total del territorio y sus recursos para disponer de ellos en la instalación de los intereses neoliberales. Mucha de esta legislación y su ejecución sigue vigente al día de hoy5, como siguen operativas las obras; algunos caminos se han profundizado (forestación, leyes de riego, producción de celulosa), otros se han desandado (Andreoni), otros se han diversificado (energía eólica y solar). Las consecuencias de estas políticas son a menudo irreversibles; se puede suponer con bastante certeza que han transformado la vida de poblaciones y ecosistemas enteros sin vuelta atrás.
Cabe preguntarse, aunque quedará para otro lugar, qué tanto del autoritarismo fue una ruptura o un hiato en la configuración batllista que supuestamente lo rodea por ambos márgenes, frente a una posible interpretación alternativa: la búsqueda de una soberanía total (sobre la fauna, la flora, los recursos naturales y los individuos) convierte de manera continua al Estado uruguayo en el más importante agente ambiental de la historia de este pequeño pedazo de tierra y agua6. La dictadura, si esto fuese así, permitió a esa institución pretender de manera más contundente y violenta ese control del territorio, pero no crea la pretensión, ya que ese control ha sido visto como una necesidad histórica para la gobernabilidad y el desarrollo.
A favor de la lectura política de la literatura o ¿qué podemos hacer con los textos?
La autora, en el caso de Acostarse, abre y vacía al referente, y con él, en lugar de cerrar la posibilidad de interpretar la obra a partir de la inspiración explicitada, deja abierto el sentido. Se trata de un paradigma creador —nada novedoso, por otra parte— que libra al texto de su vinculación con quién lo produce. Esta apertura de sentido, al volver al episodio concreto que sirve de inspiración, me permite hacer la lectura doble, iluminando así un punto ciego del conocimiento sobre el Uruguay autoritario.
Tampoco debería ser novedad que la literatura tiene ciertos huecos que son llenados por el lector para la producción del sentido. Esto implica que para que el sentido cambie es necesario que cambie el lector —el autor y el texto permanecen incambiados, casi siempre. A nivel macro, las posibilidades de la interpretación literaria demuestran ciertas regularidades que solo se rompen cuando los cambios sociales, en especial los culturales, han alcanzado un punto de no retorno. Cada lector es producto de su tiempo. A nivel académico y crítico, no es una “evolución” interpretativa, sino una descripción densa hecha en conjunto por las generaciones que nos ocupamos de un tema en concreto. No tanto lo de los hombros de gigantes, sino un montón de pequeños avances apilados.
Para cerrar, me interesa enfocarme en la potencialidad de la literatura de ofrecer marcos de inteligibilidad de la realidad, la individualidad y la vida colectiva. Acostarse habla tanto de la crisis ambiental actual como de la irresolución del trauma del autoritarismo porque es posible construir una serie de referentes culturales y sociales que habilitan ambas lecturas. Ese diálogo entre la realidad y la literatura guía el sentido del texto pero también habilita una interpretación de la realidad. Este es uno de los mecanismos que tiene la literatura para cambiar el mundo, sin ser “militante”7 o “activista” en un sentido estricto. Puede seguir siendo arte, para quienes quieran mantenerla aislada, pero para que cambie el lector es necesario cambiar los hábitos de interpretación, esos tamices con los que miramos los textos, empezando por la posibilidad misma de separar al arte del mundo.
Una vez hechas, solo resta creer y esperar que las nuevas lecturas de lo real se pongan en movimiento, que por un lado deje de negarse su validez y por el otro se actúe, a través de la acción política y del conocimiento académico8, para generar conciencia de nuevos aspectos de la realidad. En este caso, del mismo modo que la impunidad de los crímenes cometidos por el autoritarismo es una deuda de la democracia que debe impartir justicia, también el Estado uruguayo es el principal determinante y responsable de nuestra realidad ecológica9. Negar cualquiera de estas dos afirmaciones es quitarnos las culpas y las ansiedades, culpas y ansiedades que solo es posible vincular y articular porque un texto nos invita a pensar y ver el mundo de una forma determinada. Esto no solo puede hacerse a partir de la literatura, pero también se hace a partir de ella. Lo que importa es que puede hacerse.
Vuelvo una última vez sobre el tema de memoria de la dictadura. No me queda tan claro que las dos caras (antropoceno y violencia dictatorial) sean distinguibles, separables más que en un nivel puramente analítico. Ambas facetas son matices sintomáticos de un mismo problema, la violencia del humano en su pretensión de dominación. Cambia, quizás, lo dominado, pero cuando la pretensión de control es total, todo debe ser subyugado. A fin de cuentas, ¿qué tanta diferencia habrá entre un humano y una vaca o un árbol para quien quiere estar en la cima de la pirámide?
Es posible que la lectura doble de Acostarse a la orilla de una tajadura surja de una proyección de mis propias ansiedades sobre la superficie del texto. Aquella reseña fue escrita en una coyuntura particular por una persona con intereses políticos específicos. Creo más honesto explicitarlos; el lector también puede ser militante. Por otra parte, solo ante preguntas nuevas se obtienen preguntas nuevas. No creo que todo esto que he escrito haya sido intención de Gregorio (¿realmente importa?), pero sí parece serlo sostener la postura de que existe valor en leer la literatura en diálogo con el mundo que nos rodea. La literatura, más que la historia, es maestra de la vida.
Bibliografía citada:
Gregorio, A. (2022). Acostarse a la orilla de una tajadura. Montevideo: Estuario.
Marchesi, A. (2023). El Uruguay inventado. Reflexiones sobre el imaginario de la dictadura. Montevideo: Estuario.
- Como bien señaló Agustina Blum Pérez, amiga y colega de este medio, en su ponencia sobre el tema, de la que lamentablemente no hay registro. ↩︎
- Si bien c) y d) suceden en el texto casi en simultáneo, el rumor de c) parece ser lo que desemboca en la cancelación de las reservas del hotel. ↩︎
- Que, salvo en la fetichización que Hollywood hace del desastre, tienden a ser lo mismo. ↩︎
- Otra resonancia, no tan evidente en el texto pero evidente para mí, es con los reflotes de cuerpos asesinados por los regímenes dictatoriales rioplatenses, sucedidos, entre otros lugares, en las costas rochenses. ↩︎
- Esto también aplica para otros ámbitos políticos, no solo el ambiental. ↩︎
- Sobre las represas, Marchesi (2023) señala que los plazos cumplidos por el gobierno militar eran los establecidos por los gobiernos democráticos, si bien la dictadura intentó comunicar esos hechos como logros de un “positivismo práctico” de su gestión. (p. 64) ↩︎
- Palabra que usé en la reseña de 2023 debido a las restricciones de espacio, pero que no parece caberle del todo al texto, quizás más al lector. ↩︎
- Sin que estas dos áreas se opongan, ni sean los únicos caminos posibles. ↩︎
- Ese Estado es una continuidad institucional, incluso durante la dictadura, en la que el control de la institución es usurpado por los militares y ejercido por ellos y cientos de civiles. ↩︎