Diálogos con el cordero atado: sobre «El niño resentido» de César González
Se ha dicho que El niño resentido se lee a toda velocidad, que la catarata de imágenes y acciones conformada por pequeños capítulos logra un montaje que fagocita la voracidad del lector. Es una apreciación innegable, es lo primero que surge cuando ingresamos en el libro. Sin anestesia recorremos los pasillos de la villa Carlos Gardel, y de inmediato recibimos un despliegue de abandono, frustración y estados atravesados por el consumo de drogas que retrata las condiciones en las que crecieron miles de infancias y familias argentinas en los años del menemismo y la posterior crisis de los dosmil