Ocupamos e ocuparemos/ a história esquecida,
sem memória,/ a que não se ensina/ na escola,
porque edificamos tudo/ que aí está,
porque/ nunca paramos/ de lutar/ e trabalhar.
«Por que ocupamos?», Lene Souza, poeta do MTST
En la Constitución de Brasil (como en la nuestra), la vivienda digna aparece consagrada como derecho del pueblo y obligación del estado. Esta definición choca con la realidad del modelo capitalista, en el que la vivienda es una mercancía, un valor de cambio, sujeto al mercado y a la especulación, lo que lanza a millones de personas a la precariedad habitacional o lisa y llanamente, a la calle. El Movimento dos Trabalhadores Sem-Teto1 es una organización que nació en 1997 con el objetivo de garantizar, a través de la lucha, este derecho constitucional. Hoy, por sus dimensiones y sus logros, es una de las mayores referencias continentales en relación a las luchas urbanas.
Además de coordinadora nacional del MTST, Gláucia Nascimento se presenta como madre, abogada y defensora de derechos humanos. Estuvimos conversando acerca de la organización, de su visión sobre la ciudad, las formas en que diversas luchas se articulan, las estrategias de las militancias y la situación actual del país hermano.
Para empezar, quería pedirte una breve introducción sobre la historia y los objetivos del MTST
El MTST surge de la necesidad que teníamos de pensar y repensar la realidad urbana. Cuando nace el movimiento, cuando empieza a organizar a las personas, cuando comenzamos este camino de organización, de lucha, de ocupaciones, iniciamos un capítulo de la historia de la cuestión urbana que hasta entonces, creo, nadie esperaba. Sobre todo desde «el otro lado,» aquellos contra quienes estamos luchando, el enemigo invisible. Durante esos primeros años fuimos reconociendo aquel espacio, y empezamos a hablar de reforma urbana, se hacen ocupaciones, y hablamos de derecho a la vivienda, al techo, como dice nuestro nombre. Ahí fuimos viendo la extensión de todo lo que eso es: es la vivienda digna, es el derecho a la ciudad como un todo. Ahí el ser humano se identifica como titular de derechos, como alguien que merece tener vivienda, y que tiene derecho a la ciudad. Es la relación entre la necesidad inmediata, de tener un techo, con todo lo que sucede alrededor. Entonces implica un trabajo de base, el hacer esa interlocución de cuánto esa lucha, su necesidad inmediata, está interligada con el capitalismo, con todo lo que está aconteciendo.
Con el pasar de los años pasa eso, conseguimos ampliar la mirada, ampliar la lucha, ampliar las formas de luchar. Hasta nuestro instrumento de lucha, que es la ocupación, nos permite acoplar varias otras. Ahora tenemos la lucha contra el hambre, por el trabajo digno, contra todas las formas de discriminación, en ese espacio de organización para la reforma urbana y todo lo que se articula en ella. Me acuerdo, en una ocupación, y me parece que es un ejemplo muy simbólico, de Francisco: él se incorporó a una ocupación, y cuando entra va al baño femenino, ahí se pone un vestido y sale la Fran, va a la cocina, a coordinar la cocina común de la ocupación. Esa es la reforma urbana que queremos, en la que la persona consigue ampliar ese espacio, esa libertad que le da ese espacio, la protección que le brinda ese espacio, el derecho de poder vivir en ese espacio y poder ampliarlo. Esa es la reforma urbana que queremos, una reforma amplia.
Por ejemplo, en el espacio de las cocinas solidarias, por la propia necesidad y porque infelizmente venimos de un conjunto de desastres ambientales, desastres climáticos, allí conseguimos concretar la visión de que lo urbano y lo rural están interconectados. La verdura no sale del mercado, llega al mercado desde algún lugar. Entonces así es que conseguimos entender que para que lo urbano tenga dignidad, lo rural también tiene que tener dignidad, que todo está interconectado en ese sentido.
Es un poco todo eso, vemos primero la necesidad de organizar la lucha urbana, pero a lo largo de este tiempo fuimos viendo el potencial que tiene y cuánto hay que está articulado en esa lucha urbana.
Solo en esa respuesta me contestaste como cuatro que ya tenía anotadas, así que después vamos a volver a algunos de estos temas. Volviendo a cuestiones más operativas del movimiento, ¿cómo se organizan las bases, cómo es que se decide una ocupación?
Decidir y organizar una ocupación lleva mucho tiempo. Se hace todo un estudio del lugar, de la seguridad, del inmueble, se relevan las instalaciones, hasta asegurarnos que vamos a ocupar un lugar que no está proveyendo ninguna función social. Para eso hacemos un análisis del terreno, del inmueble. Tiene que existir una demanda, también, y no sirve que el inmueble esté lejos de todo. Ahí se organiza a las personas que están precisando techo y a partir de eso es que se da la ocupación. Se organiza de acuerdo con cuál es la demanda, cuál es la necesidad, la coyuntura, se hace todo ese análisis, que también es un análisis político. Y ahí se organiza la ocupación, que es todo un proceso de mucha cautela, porque también cuando hacemos una ocupación es con la expectativa de victoria, cada ocupación tiene una necesidad y una pretensión de victoria, de conseguir ese techo. Hay ocupaciones que ya tuvimos que hacer más de una vez: ocupamos un terreno, conseguimos que nos lo dieran, pero al final de repente la prefeitura no lo hace caminar, o lo que sea, y ahí volvemos a ocupar, para reabrir las mesas de negociación.
Y hacemos ocupación como un todo, ocupamos también la Secretaría de Vivienda si es necesario, ocupamos la prefeitura si es necesario. Ocupamos espacios, desde la forma más simbólica hasta la forma más concreta. Es así, nuestro gran instrumento es ese, la ocupación.
Entonces, volviendo a aquella reflexión que hacías al inicio, me interesaba profundizar en esta cuestión de la reforma urbana. Comparando con lo que conozco de Uruguay, imagino que algo que sucede mucho es que la gente llega al MTST con una necesidad concreta y urgente, y que se percibe como muy individual. ¿Cuáles son las herramientas que tiene el movimiento para ensanchar esa conciencia de que es necesaria una visión más colectiva y más abarcativa en esos términos de reforma urbana, que no es sólo acceso sino que es también participación popular en la producción de lo común?
Me parece esencial, y me parece que es necesario estar muy atentos a esa cuestión de la colectividad. Me parece que el movimiento hasta hoy consiguió sus acciones, consiguió colocarse, consiguió hacer ocupaciones, consiguió reivindicar y consiguió hacer cosas pensando en lo colectivo. Esa es una gran directriz nuestra, nadie acá está luchando por su casa, estamos luchando por un proyecto mayor. Tanto que las personas, cuando consiguen su casa, permanecen en la lucha. En ese momento todo el mundo se encuentra. Aunque sean territorios diferentes, estados diferentes, cuando nos encontramos sabemos que todo el mundo ahí está buscando ese lugar, ese proyecto. Y eso es esencial. Mucho de lo que pasa hoy es por causa de una visión individual. Las cuestiones relativas al trabajo, la tercerización, hasta la cuestión de la desmovilización de las calles. Acá tuvimos el Fora Bolsonaro2, y cuando la gente salió a las calles, teníamos ese objetivo en común y todo el mundo estuvo ahí. Conseguimos que la gente saliera, pero incluso por causa de internet, de toda esa militancia digital, de la pandemia… creo que muchos dolores fueron afectando a la sociedad, impactando de una forma individual, y eso llevó a que muchas personas sintieran una necesidad muy grande de que retorne la mirada colectiva. Es un desafío, porque cada vez más nos colocamos en lo individual. Nadie le va a pedir azúcar a la vecina, la pedimos en una aplicación; no trabajamos en una oficina, hacemos home office… Todo eso va llevando a la gente hacia el individualismo. Cómo es que retomamos la mirada colectiva, la necesidad de estar en colectivo, y principalmente la necesidad de poder hacer algo por alguien, más allá de sí mismo, cómo es que recuperamos esa mirada.
Es una preocupación muy grande del movimiento, y me parece que una forma como lo conseguimos, un buen ejemplo de esa colectividad, son las cocinas solidarias. Son un espacio de organización, que son una prueba de que aún estamos logrando recuperar y mantener esa mirada colectiva. A través de actos, de la formación política, de lograr que la persona se entienda como titular [de derechos] y desde ahí pueda entender a los demás, y principalmente entender la amplitud, de que no es que vos merezcas una casa, es que todo el mundo en la sociedad merece una casa.
Algo que ya mencionaste es esta idea de que la lucha del campo por reforma agraria y la de la ciudad por reforma urbana no son luchas separadas, aunque muchas veces sean vistas de esa forma. En ese sentido me interesaba hacer la conexión con el Movimento Sem Terra, que es también una gran referencia, y que me contaras cuáles son los vínculos entre estas dos organizaciones y estas dos luchas.
Sin duda ellos fueron, y son todavía, inspiración, pero sin duda al inicio, el MTST comienza también por la existencia del MST. Hoy tenemos muchos frentes, tenemos muchos movimientos, se impone la necesidad de entender que existen muchos frentes organizados por distintas necesidades. Por ejemplo acá en Río de Janeiro tenemos un movimiento de madres que perdieron a sus hijos como víctimas del estado. El nivel de organización se afinó mucho, y es necesario mirar hacia esas luchas, pero entender que venimos de un mismo por qué. Que la gente se une por ese sentido. Sin duda el MST, y todos los movimientos, el MPA [Movimento dos Pequenos Agricultores], todo el campesinado es una gran referencia, y estamos en procura de eso conjuntamente. Los desafíos son diferentes, ellos son especialistas en lo rural, nosotros tenemos nuestros desafíos propios. Unos inspirándose en los otros me parece que es lo que nos lleva a hacer enfrentamientos conjuntos, como fue el Fora Bolsonaro, y como serán otros tantos, que infelizmente sabemos que están por venir. Ellos son y siempre serán una gran referencia, nosotros venimos de ese camino. Ellos lo iniciaron y nosotros seguimos a partir de la necesidad de organizar lo urbano mientras que ellos organizan lo rural. Es muy bueno cuando conseguimos unirnos, en ese gran encuentro de organizaciones. Estoy feliz de que hoy tenemos muchos movimientos y que conseguimos unirnos.
El MTST tiene figuras relevantes en la política partidaria, particularmente el el PSOL. Me interesa preguntarte cuáles son las expectativas del movimiento en esa apuesta estratégica por la participación política institucional.
Hasta cierto momento como movimiento entendíamos que precisábamos quedarnos afuera, estábamos haciendo un enfrentamiento. Y ahí, más adelante, entendimos la necesidad de, además de buscar visibilizarnos, precisábamos literalmente vernos en esos espacios. También fuimos entendiendo la grandeza de los liderazgos que estábamos formando adentro del movimiento. Cuando tenemos a Guilherme Boulos, tenemos a Ediane Maria en São Paulo hoy, que son referencias… Ahí fuimos viendo la necesidad de, además de ser un instrumento de estudio, de formación, de trabajo de base, ¿por qué no estar en esos espacios? Vimos la necesidad real, y ahí viene aquella cuestión de la simbología. Cuando vamos a ocupar, a hacer una manifestación, y ocupamos el plenario, y ocupamos las escalinatas, ocupamos los espacios, ¿por qué vamos siempre a ocupar en el sentido de reivindicar?, ¿por qué no podemos ser también nosotros que estamos ahí para recibir esas reivindicaciones?
La lectura que hicimos fue muy acertada en ese sentido, de conseguir ese espacio. Claro que es un desafío para el movimiento. Decimos que el movimiento va haciendo las cosas y después nos vamos dando cuenta de qué es lo que hicimos. Entonces cuando vamos ocupando esos lugares precisamos entender el movimiento, reentender todo. Hoy vemos a Boulos como diputado federal, un gran liderazgo de la izquierda actual en Brasil; tenemos a Ediane Maria, primera empleada doméstica electa en São Paulo [diputada de la Asamblea Legislativa del estado de SP]; tenemos a Jô Cavalcanti en Pernambuco, una camelô [vendedora ambulante] que hoy es vereadora.
Vemos que esas personas vienen de la lucha y consiguen algo más que la representatividad; es estar ahí con una sensibilidad muy propia del movimiento social. Estuvimos juntos durante la lucha, en los enfrentamientos, son personas que hacen lo que sea necesario. Lo que une a todo el mundo, cuando hacemos una ocupación, es que está todo el mundo ahí uno por el otro. Ese link afectivo, ese vínculo humano que nos conecta en cuanto militantes de aquel movimiento. Podemos ver que cuando se va para el otro lado, cuando se entra en la institucionalidad, eso hace una diferencia. Cuando conseguimos transformar la cocina solidaria en una política pública, y esa visión, ese reconocimiento. La cocina, que siempre fue un lugar desvalorizado por la sociedad como un todo, el espacio de la mujer, de la doméstica, de la empleada, y logramos transformar ese espacio en un espacio de protagonismo de la lucha y transformarlo en política pública. Eso solo se consigue a través de lograr llevar esa mirada, esa fuerza de voluntad, esa movilización que existe del lado de la militancia para el lado institucional. Se precisaba también que esas personas tuvieran esa visión y esa garra que existe aquí,del lado de la militancia. Estamos muy orgullosos de haber conseguido colocar esas personas, y ahora tenemos la necesidad de tener más personas, precisamos más y más personas en ese sentido.
Me queda la curiosidad, ahora que hablaste de la política pública de las cocinas solidarias, ¿me podés contar un poco más?
Cuando hacemos una ocupación, lo primero que montamos es la cocina, que va a ser el lugar de organización, el lugar donde se reciben donaciones, cuando se da una ocupación las personas van ahí a informarse, va a ser el centro de formación. Es un gran centro de referencia dentro de la ocupación. Durante la pandemia tuvimos la necesidad, yo le digo, de «sacar el corazón de la ocupación para la periferia». En ese momento a veces conseguíamos una canasta básica y la entregábamos, pero algunas personas nos decían que no tenían la posibilidad de cocinar en sus casas. Entonces tuvimos que entregar las comidas prontas. Así nacieron las cocinas solidarias, de esa necesidad de alimentar a las personas. Ahí nacieron las «cocinas sin miedo», las cocinas comunitarias. También vimos como gran inspiración los comedores de Argentina, tenemos colegas que fueron allá a intercambiar con ellos. Ahí fuimos armando las cocinas solidarias. Hoy hace dos años que se tornaron política pública, que es una ley que las reconoce como un instrumento, una tecnología social de combate al hambre. Son espacios de reconocimiento de derechos, espacios de intercambio, espacios formativos, espacios de organización de esa lucha, de esa militancia, de trabajo de base. Son puntos de organización territorial, de ayuda, de red, porque las conseguimos transformar en una red. Tenemos un contacto muy importante, muy directo con el campesinado y nos transformamos en un gran vehículo popular de alimentos agroecológicos. Tienen un potencial muy grande. Incluso hoy la ultraderecha está intentando criminalizarlas, hasta ellos vieron el potencial que tienen. Es increíble, tenés que venir a conocer una cocina solidaria.
En relación a lo que contabas antes, de esa trayectoria que llevó al MTST a ocupar lugares más institucionales, quería profundizar en un caso concreto. Mientras preparaba esta entrevista estuve revisando el libro «Por que ocupamos? Uma introdução à luta dos sem-teto3», de Guilherme Boulos. En ese libro, que ya tiene algunos años, él realiza una crítica al programa Minha Casa Minha Vida, bastante dura, pero también comprensible, que tiene que ver sobre todo con el intento de este tipo de programas de conciliar intereses muy diferentes. Hoy el MTST participa de acuerdos con el programa en diversos lugares, y el propio Guilherme Boulos ha presentado iniciativas legislativas para mejorarlo. Me interesaba saber si la razón de ese cambio de postura se encuentra en las modificaciones del programa o en decisiones estratégicas del movimiento en relación a los cambios en el contexto político brasilero, a partir del golpe de 2016 y las elecciones de 2018.
Creo que es un poco de todo. Hablando por ejemplo del programa de cocinas solidarias, ¿alcanza una ley? No, no alcanza. No alcanza que la cocina sea reconocida como tecnología social. Si no hay formas de ayudar a mantener la cocina abierta, entregando la comida, la ley no sirve. Yo soy abogada, entiendo la importancia legislativa de exigir determinadas leyes. Pero el principal diferencial es de qué manera las cosas terminan siendo concretadas. Una cosa es tener un programa al que podemos acceder pero, ¿cómo es que vamos a acceder? ¿Cómo es que ese programa va a ser efectivizado? Creo que ahí está también el cambio. Hoy, tenemos un parlamentario del movimiento social, tenemos ahí el movimiento social y existe una escucha activa de lo que ese movimiento dice para lograr contribuir a ese programa. Entonces ahí hubo un cambio, tanto de la forma en la que es hecho como de la posibilidad de realizarle alteraciones. Hoy conseguimos ampliar foros de participación social, espacios donde los movimientos pueden ser escuchados y colocados. No digo tampoco que sea una ley perfecta, creo que estamos haciendo lo que podemos con lo que tenemos, pero hubo un salto gigantesco.
Pongo un ejemplo, acá hubo un debate muy grande sobre el reconocimiento facial y si el uso de cámaras personales por parte de los policías iba a ayudar o no a disminuir la violencia de esos policías ante las personas. Y ahí una madre que perdió a su hijo por la violencia del estado declaró: «Yo tengo un video de mi hijo muriendo asesinado, y hasta hoy no consigo probar su inocencia. ¿Cómo creen ustedes que eso me va a ayudar?». Me parece que ahí hay una diferencia en tener a esa madre pudiendo hablar en esa discusión, y de que aparezca esa mirada. Y hoy en ese sentido hay una diferencia muy real.
Todavía falta bastante, se precisa mucha crítica para lograr lo que queremos. Durante el gobierno anterior estuvimos todos esos años queriendo decir cosas que no podíamos hablar. Hoy estamos en ese proceso de escucha, de que podemos hablar. Pero todavía es necesario que todo lo que hacemos sea oído, sea colocado, sea alterado, incluso para que podamos pasar a otros problemas, porque tenemos mucho que pensar todavía. Pero sin duda hubo una diferencia muy grande. No pasa por el programa en sí. Hoy existe el MCMV entidades, en el que el movimiento, la entidad, puede elegir la constructora, el proyecto, las características, cuál va a ser el piso. Ese es el principal diferencial, no la existencia del programa o la modificación legislativa, sino el potencial de que entendamos eso en lo concreto. Porque si no, es una legislación que va a ser escrita, ejecutada y fiscalizada por personas que nunca van a saber lo que significa pisar ese inmueble. Es una diferencia muy grande, que seamos nosotros que podemos concretar la legislación.
¿Qué caracterización hace el MTST del gobierno actual, qué coincidencias y tensiones existen?
Para empezar, es un gobierno por el que luchamos para que estuviera ahí, entonces, sin duda reconocer que su existencia y la posibilidad de que esté gobernado es reconocer la victoria de la organización popular. Es literalmente un gobierno por el que los movimientos, las organizaciones populares, y la sociedad se unieron para conseguirlo. Al mismo tiempo, con el pésimo manejo de la cuestión del Covid-19 y la muerte de más de 700.000 personas, esa misma sociedad parece no haber quedado tan sensibilizada como debería. Entonces, sí, conseguimos colocar ese gobierno pero significó un desafío muy grande.
En simultáneo,teníamos muchas demandas detenidas de los años anteriores. Ahí lo que él [Lula] dice hoy es una cosa muy concreta: los dos primeros años fueron dedicados a esa necesidad de hablar. Todo el mundo habló, hubo en Brasil una escucha activa muy grande. Y ahora el pueblo quiere ver las cosas que se hablaron siendo realizadas, sea el MCMV, sea el programa de cocinas solidarias, muchos instrumentos que van a estar concretando demandas que fueron conversadas en los dos primeros años.
Estos dos últimos años son esenciales, también para que podamos tomar aliento para lo que se viene. Principalmente los cambios que el gobierno está haciendo ahora son esenciales para que podamos volver a movilizarnos, que es una necesidad para lo que está por venir. Sabemos, infelizmente, a causa de lo que podemos ver con Trump en EEUU, sabemos de la necesidad de mantenernos atentos y vigilantes.
Claro que al mismo tiempo vamos a hacer enfrentamiento cuando sea necesario, como fue con el MCMV, vamos a organizarnos para estar juntos, en los foros de participación. Entonces, es un gobierno que luchamos por que se consiguiera, pero también estamos luchando diariamente para mantenerlo, para desafiarlo, para criticarlo, o para sentarnos juntos. De por sí eso es un desafío. Para nosotros es mucho mejor quedarnos esperando una utopía, nosotros estábamos allá, en contra, radicalmente. Es más fácil con uno que no exija que hagamos nada, quedarnos sentados, sólo exigiendo. Pero si exigimos, si como movimiento estamos organizados, es porque precisamos, ¿no? Nada está dado, entonces siempre existe la necesidad de que nos organicemos.
Y esa cosa, «el gobierno Lula»… Por todo lo histórico, es un ser humano, Lula es una persona, pero el gobierno tiene muchas personas, y es entre esas personas que hay que saber con quién uno habla, para dónde va la crítica, cómo es que tiene que hacerse. Estoy con expectativas de los próximos años, de organizarnos ahora, para recoger muchos frutos de estos dos años pasados. Esperamos lograr movilizar a las personas para lo que se viene.
Para ir terminando, quería que me hablaras un poco de la situación del bolsonarismo, que sigue ahí y reúne a la mitad de Brasil…
Ay, el bolsonarismo…. Me acuerdo cuando Bolsonaro ganó, mi hija era chiquitita, la tenía a upa, y me acuerdo que me senté, sin dar crédito, yo particularmente no creía que fuera a ganar, ¿sabés? Me acuerdo que un día antes fui a hacer compras, comprar ropa para mi hija y había un grupo de gente sentado en Uruguaiana, que es un centro comercial de acá de Río de Janeiro, sentadas ahí con una mesita, ofreciendo un café y una conversación [refiere a la campaña ciudadana #viravoto, que buscaba establecer conversaciones con votantes de Bolsonaro para intentar cambiar su voto4]. Fue un movimiento que comenzó un cambio, tanto de postura como de lectura, ese desentendimiento de la política cambió bastante. Y cuando ganó fue como «ah, era por ahí, vamos a ver qué pasa». Se nos instaló un miedo. Fueron fases de un luto, se instaló ese miedo, no sabía quién estaba a mi lado: ¿era alguien que lo votó, alguien que quiere que el racismo sea excluido como crimen, que piensa que «bandido bom é bandido morto», es alguien que quiere ver al homosexual muerto? Se instaló ese miedo.
Después con el tiempo fuimos ganando fuerza, nos fuimos organizando, hasta conseguir sacarlo del gobierno. Lo sacamos a él, pero el bolsonarismo se quedó. Y empezaron a mezclarse muchas cosas, lo tomamos como referencia del bolsonarismo, pero hay otras personas que entraron, también bolsonaristas, pero de un nivel, digamos, menos peor que él, en el sentido de lo que dicen y lo que hacen. Entonces parece que fuera algo gradual: «ah, pero este no dice las cosas que decía él, este es más pacífico». Yo creo que a eso tenemos que prestar mucha atención, a que eso es bolsonarismo, es extrema derecha, no tiene niveles. Que la persona no diga claramente que está en contra de los negros, de los homosexuales, no significa que no sea de extrema derecha. Consiguieron cambiar un poco la narrativa, pero tenemos que mantenernos muy atentos a lo que existe todavía de fascismo, de extrema derecha, de bolsonarismo. No es por casualidad que se convirtió en un nombre, un término. Es un tema al que precisamos estar muy vigilantes. Aquí en Rio de Janeiro, que es la cuna del bolsonarismo, tenemos que tener mucho cuidado, principalmente tener cuidado para identificar quiénes son, cómo actúan y sus propósitos.
¿Alguna cosa que quieras agregar para el cierre?
Ah, primero quiero agradecer, como siempre me quedo muy feliz cuando la gente quiere conocer más del MTST, de su historia, de su militancia. Nosotros siempre decimos que tenemos fe en la lucha, es una palabra de orden. Creo que es un poco eso lo que precisamos. Siempre cuento que en la época de la campaña de Lula se hablaba mucho de «esperanzar», esperanzar como verbo, de Paulo Freire. Precisamos alimentar el esperanzar, dejar de usarlo como verbo y traerlo a nuestro presente. Que consigamos tener fé en el esperanzar y en la lucha para construir días no solo esperanzados sino también victoriosos.



Fotos de Mídia Ninja
- https://mtst.org/ ↩︎
- Manifestaciones que tuvieron lugar en 2021, como reacción a la gestión cuasi genocida de la pandemia ↩︎
- 3ª edición, Autonomia Literaria 2015 ↩︎
- https://x.com/search?q=(%23viravoto)%20(from%3Amidianinja)%20lang%3Apt%20until%3A2018-12-01%20since%3A2018-09-01&src=typed_query
https://www.brasildefato.com.br/2018/10/27/artistas-aderem-a-campanha-vira-voto-e-vao-as-ruas-conversar-com-indecisos/ ↩︎