“…apoderarse de un recuerdo tal como brilla en un instante de peligro.”
Walter Benjamin
Los sitios de memoria condensan significaciones en torno a una política de memoria. Así los sitios son entendidos como productos sociales donde la memoria se materializa otorgando una especificidad al lugar. Las nuevas relaciones de los sujetos con el espacio urbano, producidas por el cambio en el uso del lugar a partir de la puesta en marcha de la política de memoria, modifican la fisonomía del espacio urbano. Se entretejen en un mismo proceso los cambios en la cotidianeidad y la reconstitución de ciertos símbolos urbanos que modifican las subjetividades y la apropiación de los lugares.
Entendiendo al territorio como el ámbito de interrelación entre los sitios y la comunidad, se entiende el rol que juegan los sitios de memoria relacionados con la dictadura, y también con las resistencias, en la construcción de la memoria histórica y de la democracia basada en el principio de la no repetición de los crímenes de Estado y la búsqueda de la verdad y la justicia.
La política de memoria implica la continuidad de un proceso de acumulación de conocimiento y trabajo, y pretende generar productos de memoria desde el sitio como base física de donde surgen las narrativas, para construir la memoria reciente, trabajando con la comunidad para realizar el diálogo entre los tiempos y las generaciones, tomar las urgencias del presente, difundir y educar para el futuro.
La pregunta de ¿para qué rememorar?, tiene su respuesta en rememorar para construir otro mundo posible.
Memoria y olvido
El pasado no se presenta en la conciencia más que cuando puede ayudar a comprender al presente. Memoria y Olvido son dos caras de una misma moneda, y no son contrarios sino complementarios. Lo contrario de la Memoria es la desmemoria, que cuando es total no es otra cosa que locura.
Jorge Luis Borges en “Funes, el memorioso”, desarrolla una parábola magistral acerca de la memoria y el olvido. Funes recuerda absolutamente todo y por esa razón vive preso de su pasado. Es tan enorme la cantidad de recuerdos que no puede reflexionar sobre su pasado. Esta parábola enseña, entre otras cosas, que tenemos que seleccionar qué cosa recordar, para poder abrir la reflexión. Pero entonces ¿qué seleccionamos, y quién selecciona? La respuesta a estas preguntas pasa por una construcción democrática del patrimonio memorial.
El patrimonio
La matriz más antigua de lo patrimonial nos indica que el patrimonio es la herencia de los padres, la herencia de nuestros antepasados. ¿Cuál es el patrimonio de nuestros sitios de memoria? En nuestra visión, el patrimonio central de los sitios de memoria es el de la ética del altruismo, sintetizada en la solidaridad. Es la ética que sustentó las luchas democráticas por mayor libertad y justicia social, y que nos legaron nuestros antecesores. En ella, ocupan un lugar destacado los derechos humanos, como condiciones para la realización de la dignidad humana. También surge claramente que los sitios de memoria no son neutrales, sino que son un instrumento de lucha por esa ética, por esas condiciones para la realización de la dignidad humana, y que la memoria es un campo de la lucha política.
¿Qué se requiere para que algo sea considerado patrimonio? En primer lugar, que se lo conserve, que sea reconocido socialmente como patrimonio y que tenga proyección de futuro.
Vinculando pasado y presente
Los sitios de memoria destacan las luchas sociales y políticas de nuestros pueblos, particularmente aquellos temas que siguen estando vigentes en la actualidad, pues la memoria se manifiesta de cara a las urgencias del presente, sabiendo también que hay que ubicar a la memoria en su contexto, en las claves de su tiempo, que nunca son las mismas del presente, pero que su comprensión es útil para las tareas que nos planteamos de cara al futuro.
Mucho se ha indagado respecto a las dictaduras del cono sur de América desde la pregunta, relativa las causas. A los por qué. Cuando la pregunta develadora es “¿para qué?”, referida al intento de indagar y penetrar en cuáles fueron las finalidades de las dictaduras. Más allá de las particularidades de cada país es evidente que la constante es la imposición del modelo capitalista neoliberal, como reajuste del sistema, con la globalización del mercado, a cuyo servicio se pone, siempre, todo el poder del Estado para reprimir a la población que se oponga.
La gran mayoría de la población es perjudicada por el modelo impuesto. Así son violados los derechos económicos y sociales de las grandes mayorías, de la mano de la violación de sus derechos civiles y políticos.
En esto se manifiesta la injusticia estructural del sistema, a la que las dictaduras recientes fueron funcionales, y se aclara cuál fue el “crimen original” cometido por todos los y las luchadoras reprimidas y reprimidos. Que, a grandes rasgos, no fue otro que orientarse hacia un rumbo de transformaciones en procura de mayor justicia social.
La injusticia estructural del sistema se mantiene, por lo tanto no hay soluciones finales para que el pasado quede sólo como historia y no como conflicto presente. La acción de los sitios de memoria se orienta por el desarrollo de la conciencia crítica sobre la sociedad donde vivimos, develando lo velado, abriendo la memoria y poniéndola en debate continuo, reconociendo la pluralidad de voces, la red de memorias en diálogo, tensión y disputa. El trabajo sobre la memoria del pasado reciente, en definitiva, es una reflexión sobre la sociedad humana en todas sus dimensiones, al tratar de responder a la interrogante de cómo fue que sucedió lo que sucedió, y al anticipar ese instante de peligro en el que ya estamos inmersos, en la región y el mundo.