El período entre 1919 y 1925 que Antonio Scurati disecciona en Mussolini: hijo del siglo1, convertido en serie audiovisual recientemente, revela un patrón que trasciende épocas: la metamorfosis del descontento popular en un proyecto totalitario. Scurati reconstruye, con precisión casi quirúrgica, cómo el caos social y la humillación nacional tras la Primera Guerra Mundial fueron convertidos en materia prima para la creación de un mito político. Mussolini, ese periodista fracasado devenido profeta, comprendió que el control del relato precede al control del Estado. Cien años después, Donald Trump ejecuta la misma partitura desde su primera campaña electoral en clave digital, azuzando la desilusión de millones de personas afectadas por la desindustrialización de su país, pero con una herramienta que el Duce italiano no podría haber imaginado: el aparato militar más colosal de la historia humana. Estados Unidos, que invierte $886 mil millones anuales en defensa —más que los siguientes diez países de la lista combinados2—, mantiene 800 bases militares en 80 países y posee un arsenal nuclear de 5.244 ojivas. Este es el telón de fondo perfecto para lo que Guy Debord describió en La sociedad del espectáculo3 como un poder que ya no necesita ocultar su violencia, sino estetizarla.
El imperio armado hasta los dientes y su espectáculo geriátrico
A sus casi 80 años, Trump encarna la paradoja de un imperio hiperarmado pero intelectualmente agotado. Mientras Estados Unidos mantiene 55.000 soldados en Japón, 35.000 en Corea del Sur y 8.000 en Oriente Medio, su liderazgo representa lo que el historiador Paul Kennedy llamó "sobrextensión imperial"4. Mussolini tenía 39 años cuando llegó al poder, encarnando la energía juvenil del fascismo. Trump representa su senilidad: la furia geriátrica de un sistema que se aferra al mito del esplendor perdido. Como escribe Debord, "el espectáculo se concentra todo en la imagen", y la imagen que proyecta Trump es la de un imperio que gasta billones en poder duro mientras su infraestructura doméstica se califica con D+ por la Sociedad Americana de Ingenieros Civiles, lo que significa que se considera "pobre y en riesgo de fallo"5.
"El fascismo es una mentira que se vuelve verdad porque nadie se atreve a desmentirla", escribe Scurati; una frase que podría aplicarse al trumpismo y su ecosistema mediático, donde la verdad es un producto más, moldeado por el algoritmo y vendido al mejor postor. Hoy, la manipulación del relato ya no depende del control del papel y la radio, sino de la captura de datos. Si Mussolini comprendió el poder del periódico como órgano de propaganda, Trump, sus aliados y los intereses corporativos que lo sostienen, entienden el poder del feed como dispositivo totalitario. La venta de la red social X a Elon Musk y la inminente entrega de TikTok a Larry Ellison, el primer y el segundo hombre más rico del mundo respectivamente, ilustra el nuevo campo de batalla: el control del relato y la atención colectiva.
Gaza: el laboratorio del poder militar en la era del espectáculo
En ese contexto, Gaza se vuelve el escenario perfecto del nuevo espectáculo de la violencia. Las recientes negociaciones de alto al fuego representan la perfecta simbiosis entre poder militar crudo y espectáculo mediático. Trump, heredero de una máquina de guerra que mantiene a Israel como su protectorado clave —con más de 20 mil millones de dólares en asistencia militar desde 20236—, transforma un crimen de guerra, que ha cobrado posiblemente cientos de miles de vidas palestinas, en un producto mediático: el horror empaquetado para el consumo occidental.
Esta evolución del fascismo en la era del espectáculo global externaliza la violencia mientras mantiene el control absoluto. El complejo militar-industrial —cuyas acciones han subido un 34% desde enero de 2025— celebra los contratos que fluyen hacia sistemas probados en combate real. Como explica el analista William Hartung en Prophets of War7, "Lockheed Martin y Raytheon no solo proveen armas; proveen soluciones políticas que perpetúan la dependencia estadounidense". Mientras, la maquinaria propagandística convierte el genocidio en "defensa propia", aplicando el mismo manual de propaganda fascista pero a través de algoritmos en lugar de balcones.
El archipiélago imperial: de Japón a Argentina, la red de protectorados
Detrás del espectáculo trumpista late una red global de protectorados que constituye la verdadera arquitectura del poder estadounidense. Desde las 120 instalaciones militares en Japón —incluyendo la crucial base de Okinawa que alberga 26.000 efectivos8— hasta el giro de Argentina bajo Javier Milei, quien se enorgullece de su vasallaje y alianza incondicional a Estados Unidos e Israel, el imperio norteamericano teje una telaraña de dependencia estratégica.
Egipto, segundo mayor receptor de ayuda militar estadounidense, demuestra cómo funciona este sistema: a cambio de armamento, El Cairo mantiene el tratado de paz con Israel y permite el tránsito rápido por el Canal de Suez para la Sexta Flota estadounidense. Corea del Sur, con 28.500 soldados estadounidenses estacionados permanentemente, completa este archipiélago imperial que rodea a China y Rusia. Como escribe el académico DanielImmerwahr en How to Hide an Empire9, "el poder estadounidense no reside solo en su territorio metropolitano, sino en esta constelación global de puntos de apoyo militar".
La paz como espectáculo en la era nuclear
La obsesión de Trump por el Nobel alcanza dimensiones surrealistas cuando se considera que preside el segundo arsenal nuclear más grande del mundo. Mientras anuncia "avances históricos" en Gaza, su administración ha modernizado el programa nuclear con $750 mil millones para el desarrollo del misil balístico LGM-35 Sentinel y el bombardeo B-21 Raider. Los nueve estados nucleares mantienen aproximadamente 12.500 ojivas nucleares10, suficiente para destruir la civilización humana varias veces, sin embargo el espectáculo trumpista las convierte en meros accesorios de su drama personal. Esta búsqueda del Nobel sigue el manual del fascismo del siglo XXI: la paz como espectáculo, la diplomacia como teatro, los seres humanos como extras ("daños colaterales") en el drama personal del líder. Mientras, las guerras reales se preparan en otros frentes: los nuevos acuerdos con Filipinas para cinco bases adicionales frente al Mar de la China Meridional, la expansión de la base de Al-Udeid en Qatar, y el despliegue del sistema de defensa antimisiles Aegis Ashore en Polonia revelan la verdadera naturaleza de este "pacificador".
El fascismo del siglo XXI no lleva camisas negras ni marcha sobre Roma. Se disfraza de democracia digital, se alimenta del resentimiento y el odio y se sostiene en una infraestructura de vigilancia global sin precedentes. El nuevo Duce no necesita conquistar territorios: basta con controlar las pantallas. Y así como Mussolini hizo del Parlamento una escenografía, Trump convierte las redes sociales, los tribunales y hasta la política exterior en una serie de episodios virales. Como escribió Debord, "el espectáculo es el capital en un grado tal de acumulación que se convierte en imagen". Trump es esa imagen hecha realidad. Pero el mundo ha cambiado: donde antes había un solo faro, ahora hay múltiples centros de poder. China despliega su iniciativa de la Franja y la Ruta con 1 billón de dólares en inversiones, Rusia fortalece su Unión Económica Euroasiática, e India emerge como contrapeso en el Indo-Pacífico, por mencionar algunos de los polos emergentes en consolidación. ¿Qué significa la "paz" cuando se negocia desde la sombra de 800 bases militares y más de 5 mil ojivas nucleares? ¿Qué queda de la democracia cuando un imperio en ocaso abraza el fascismo no como "proyecto de rejuvenecimiento", sino como acta de defunción? El nuevo mundo multipolar observa y se prepara para el acto final del espectáculo geriátrico donde, como predijo Debord, "todo lo sólido se desvanece en la imagen".
Notas
- Scurati, Antonio (2018). M. El hijo del siglo ↩︎
- Stockholm International Peace Research Institute (2024). SIPRI Yearbook 2024 ↩︎
- Debord, Guy (1967). La sociedad del espectáculo ↩︎
- Kennedy, Paul (1987). Auge y caída de las grandes potencias ↩︎
- Sociedad Americana de Ingenieros Civiles (2021). Report Card for America's Infrastructure ↩︎
- Congressional Research Service (2024). U.S. Security Assistance to Israel ↩︎
- Hartung, William (2010). Prophets of War: Lockheed Martin and the Making of the Military-Industrial Complex ↩︎
- Departamento de Defensa de EE.UU. (2024). Base Structure Report ↩︎
- Immerwahr, Daniel (2019). How to Hide an Empire: A History of the Greater United States ↩︎
- Federation of American Scientists (2024). Nuclear Weapons Database ↩︎